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Thursday, October 31, 2013

Dos textos de Reglo Guerrero


Un hombre solo I

 

“la morte é’l fin d’una prigione oscura”
Michelagnolo


Un hombre solo se  levantó de  su cama al atardecer  de su último día.  Fue al baño y orinó como siempre, mirando a su pene arrugado por la falta de amor. Entró en la  cocina donde preparó algo sencillo para él y una oblación para una cierta diosa pagana la cual tenía fama de procurar compañía. Él sabía que la vieja litografía de la diosa era algo estúpido,  pero su madre le había dicho que ayudaba un poco pensar que la diosa concedía alguna felicidad.

El hombre terminó su cena en la pequeña mesa que estaba frente a la única ventana de su apartamento. El cielo de aquella tarde empezó a cambiar su colorido y una ventana se abrió  sobre la primera nube en el horizonte. El hombre trato de calcular el tamaño de la ventana, cuando, más allá de las nubes, vio un una pared de metal que reflejaba la imagen de una estatua rosada como las prostitutas que él solía visitar. El hombre pudo ver como la belleza de aquella imagen se deslizaba por su cuerpo hasta que ahogaba su garganta.

El hombre sintió que la liquidez de su alma salía por su boca  hasta que sólo quedo una mancha húmeda en el piso de su cuarto.

 
Los ríos de Babilonia

“Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos
  y llorábamos al acordarnos de Sión.”
  Salmo 137


Dos seres alados llegaron al rio de Babilonia donde nadan los peces de oro y los esclavos, venidos de tierras muy lejanas, lavan sus heridas y las vacas de sus señores.
 
¿Por qué  no cantan y tocan las cítaras los hijos de mi Señor? – Preguntaron los seres alados.

Estamos en tierras extranjeras; nuestros cuerpos heridos y nuestros oídos  llenos de las palabras de los verdugos.  ¿Cómo podemos cantar al Señor si el sufrimiento hace olvidar las palabras de los cánticos?

Los seres alados miraron hacia las nubes por un instante y empezaron a recorrer la orilla del río hasta que encontraron un grupo de niños babilónicos. Los seres desplegaron sus alas y alcanzaron a los niños que fueron lanzando contra las rocas del rio hasta que sus cabezas rodaron en el fango de las orillas.

Aquel día los peces de oro comieron los pedazos  de carne dispersos en el río y los hijos del Señor cantaron los cánticos de la ciudad de sus padres con sus corazones llenos de gozo.

Monday, October 21, 2013

ANTE UNA NUEVA SERIE MUNDIAL


 
Por Jesús Suárez

 
Los dos mejores de la temporada regular.

Después de sortear sus no fáciles series de postemporada, los dos equipos con mejor desempeño en la campaña regular del béisbol de Grandes Ligas se enfrentarán a partir de las 8:07 PM del miércoles 23 de octubre en la 108 Serie Mundial. Es decir, los representantes de la Liga Nacional, los Cardenales de San Luis (97-65) visitarán ese día en Fenway Park a los vencedores de la Liga Americana, los Medias Rojas de Boston (97-65).

El punto de más victorias en la campaña regular reviste su importancia, porque muchos tradicionalistas se han quejado de que la expansión de la postemporada a ocho equipos (en 1994) y a 10 (en el 2003) provoca demasiadas posibilidades de imprevistos en un juego en que ya de por sí está lleno de sorpresas.

Me imagino que muchos de ellos pensarán en los Marlins de la Florida, que sin vencer nunca en su División (Este de la Nacional) y mucho menos ser el equipo con más victorias en su Liga en la temporada regular, ganaron dos famosas Series Mundiales: en 1997 (contra los Indios de Cleveland) y el 2003 (contra los Yankees de Nueva York).

La pelota es redonda y viene en caja cuadrada. O como se titula el libro del 2003 de Michael Lewis sobre Billy Beane: Moneyball: The Art of Winning an Unfair Game. Por cierto, aún con todas sus tácticas y que le saliera bien el contrato del cubano  Yoenis Céspedes ($36 millones en cuatro años para alguien de 27 años que nunca había jugado en Grandes Ligas), Beane sigue aún buscando ganar el último juego de la temporada con sus Atléticos de Oakland. 

En fin, todo esto ha llevado a señalamientos de que muchas veces los mejores equipos no juegan en la Serie Mundial.

Y ciertamente, los dos mejores equipos en una temporada regular no se enfrentan desde hace ¡14 años! Cuando los Yankees de Nueva York vencieron en cuatro encuentros a los Bravos de Atlanta.

Historia de dos ciudades

Los Cardenales de San Luis son la franquicia más exitosa de la Liga Nacional, con 11 victorias en Series Mundiales (segundos todo el béisbol sólo después de los 27 triunfos de los Yankees de Nueva York) en 19 oportunidades. Mientras tanto, los Medias Rojas de Boston han jugado en siete Clásicos de Octubre, ganando siete de ellos.

Los Cardenales y los Medias Rojas se han visto frente a frente en tres Series Mundiales. Y en cada una de ellas ha sido una ocasión histórica.

En 1946, los Cardenales ganaron cuando estando empatado el séptimo y último juego 3-3 en el octavo inning, vino la famosa Carrera Loca de Enos Slaughter, quien con dos outs, anotó desde primera base con un sencillo de Harry Walker a lo corto del left-center sobre la cabeza del short stop Johnny Pesky.

La carrera de Slaughter es de grata recordación para los cubanos, porque el coach de tercera base de San Luis era Miguel Angel González, quien dio la orden con sus brazos para que Slaughter siguiera hacia la goma. Como siempre, algunos detractores dicen que Slaughter ni vio a Miguel Angel y siguió para el plato por cuenta propia. También otros aseguran que Slaughter anotó porque Pesky titubeó antes de tirar a home.

Pero Miguel Angel, no te preocupes: ¡Tú y Adolfo Luque quedaron inmortalizados por Ernest Hemingway en “El viejo y el mar”! (“Who is the greatest manager, really, Luque or Mike Gonzalez? -- I think they are equal.”)


En 1967, los Medias Rojas fueron bautizados con el nombre de “El sueño imposible”. Pero realmente, esto parece más un poco de propaganda, porque Boston contaba en sus filas con superastros como Carl Yastrzemski, quien ese año ganó la Triple Corona y el título de Jugador Más Valioso de la temporada, y el lanzador Jim Lonborg, quien esa temporada fue el Cy Young de la Liga Americana.

Pero los Cardenales, que habían ganado 101 juegos en la temporada regular (10.5 juegos sobre los Gigantes de San Francisco), presentaron a un lanzador como Bob Gibson (Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, al ganar tres juegos que lanzó completos), así como una alineación donde estaban el boricua Orlando Cepeda (Jugador Mas Valioso de la Liga Nacional en la temporada regular), Lou Brock (quien no sólo bateó para .414 durante la serie, sino que robó tres bases en el séptimo juego y siete en total para un record aún vigente), Roger Maris (Dos veces Jugador Más Valioso de los Yankees y quien bateó .385 durante la serie), el receptor Tim McCarver, y Curt Flood, entre otros.


La serie llegó al séptimo juego y cuenta McCarver que antes del mismo, los diarios de Boston enojaron a los Cardenales con un titular que decía: Lonborg and Champagne"


Resultado: los Cardenales se impusieron 7-2 en el séptimo encuentro y ganaron la Serie.


En el 2004, los Medias Rojas perdieron sus tres primeros juegos en la Serie por el Campeonato de la Liga Americana contra los Yankees, con lo que parecía que se encaminarían otro año más a cumplir con “La maldición del Bambino” (Boston no ganaba una Serie Mundial desde 1918, según algunos porque en la postemporada de 1919 los Medias Rojas vendieron a Babe “El Bambino” Ruth a los Yankees).


Y perdiendo en el cuarto juego, Boston ganó en 12 entradas con un jonrón del dominicano David Ortiz, quien volvió a conectar un hit decisivo en la décimo cuarta entrada del quinto encuentro. A continuación Curt Schilling lanzó (y ganó) “el juego de la media ensangrentada” y con la serie empatada a tres, Boston venció en el séptimo juego 10-3.


Y cómo dijo el francés Roger Caillois que la única verdad en los juegos es que no hay quien pare a alguien que está en racha, en la Serie Mundial los Medias Rojas barrieron en cuatro juegos a los Cardenales. 

Los equipos se enfrentaron por última vez en los juegos interliga del 2008, en los que San Luis venció 2-1 en los tres juegos que disputaron en Fenway.


La batalla de los bullpens


“Todo el que sobresale en derrotar a sus enemigos, triunfa antes de que las amenazas de ellos se hagan reales”. El arte de la guerra, Sun Tzu (544 AC-496 AC). 

“Saber cómo se gana ayuda a uno mismo y al prestigio, esto es el camino de la estrategia”. El libro de los cinco anillos, Miyamoto Musashi (1584-1645).


A principios de la década de 1990, los Bravos de Atlanta comenzaron a coleccionar pitchers abridores estelares como Tom Glavine, Steve Avery y John Smoltz, pero perdieron en 1991 la Serie Mundial ante los Mellizos de Minnesota. En 1992, los Bravos volvieron al Clásico de Otoño, y cayeron ante los Azulejos de Toronto. En 1994 Atlanta firmó al superastro del montículo Gregg Maddux, con lo que se dijo que tenían el mejor cuerpo de lanzadores en todo el béisbol. Pero Atlanta cayó en la Serie por la Liga Nacional ante los Filis de Filadelfia.


Por fin los Bravos ganaron su Serie Mundial en 1995, al vencer a los Indios de Cleveland. Pero siguieron las decepciones, y Atlanta cayó en las Series Mundiales de 1996 y 1999 ante los Yankees.


Y para colmo, en el período (1991-1998) los lanzadores de Atlanta habían ganado seis premios Cy Young.


¿Qué pasaba? Siempre se había dicho que cuando había pitchers no había bateadores.


Pero los especialistas comenzaron a ver que los Bravos tenían buen pitcheo abridor, pero su bullpen no estaba a la misma altura. Y que esto ultimo podia ser decisive en una serie corta entre dos equipos parejos.


Y la importancia de un buen bullpen quedó clara cuando, para poner sólo un ejemplo, en el segundo juego de la reciente serie por el Campeonato de la Americana, los Medias Rojas esperaron pacientemente que el abridor de Detroit Max Scherzer (21-3, 2.90 durante la campaña regular) tuviera que dejar el juego por más de 100 lanzamientos (102), para castigar al bullpen de los Tigres, incluyendo un jonrón con las bases llenas de Ortiz. El sábado fue el turno del hawaiano Shane Victorino, que luego de la salida de Scherzer después de 106 lanzamientos, conectó otro cuadrangular con las bases llenas para decidir el encuentro.


Y tanto Boston como San Luis se enfrentaron a dos de los cuerpos de lanzadores más grandes de la actualidad en su serie de Campeonato, pero se impusieron por sus bullpens. Los Medias Rojas con figuras experimentadas como los japoneses Koji Uehara (Jugador Más Valios de la Serie por el Campeonato de la Liga Americana) y Junichi Tazawa, Ryan Dempster, Craig Breslow y otros. Mientras que los Cardenales, con astros jóvenes como Trevor Rosenthal, el dominicano Carlos Martínez, Kevin Siegrist y Seth Maness.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

   Oráculo reservado



 
 
 
 
 
 
 
¿Quién ganará esta próxima Serie? Sería un poco elusivo de mi parte de irme de estas líneas sin dar un candidato a pesar de lo cerrado que se presenta la pelea. Mi opinion: aunque los Medias Rojas juegan cuatro de los siete juegos en su ciudad y están en una temporada mágica, en que pasaron del último lugar de su división el año pasado al primero en éste, van a ganar los Cardenales en seis juegos.


Mi razón: el catcher de los Cardenales, el boricua Yadier Molina, quien sabra conducir major que nadie a su bullpen, como a sus abridores estelares: Adam Wainwright y el sorprendente tejano Michael Wacha.


Pero por favor, si van a apostar, háganlo por su cuenta y riesgo, y no se basen en este análisis.

 Recuerden siempre que un especialista es quien dice qué va a pasar mañana, y pasado mañana nos explica por qué ocurrió lo contrario.

 

Thursday, October 17, 2013

LOS GENEROS: EL CINE DE SAMURAIS


Jesús Suárez

Cuando el mundo occidental “descubrió” el cine japonés con la exhibición de Rashomón (1950), del director Akira Kurosawa, en el Festival de Venecia de 1951, en realidad se estaba encontrando con una filmografía que había empezado más de medio siglo atrás, en 1897.

Además, tenía cineastas geniales como Kenji Mizoguchi, dedicado a historias sobre el género femenino, quien se conoció en Occidente con Vida de O-Haru, mujer galante (Saikaku Ichidai Onna, 1952) y se consagró un año después al ganar el Oso de Plata en la Mostra di Venezia con Cuentos de la luna pálida (Ugetsu Monogatari, 1953).

Como Yazujiro Ozu, el maestro del Género Shomingeki, dedicado a las vidas cotidianas de las personas comunes y corrientes de la clase media en los tiempos actuales. Ozu ya había dirigido una obra maestra Primavera tardía (Banshun, 1949) y estaba en camino de dirigir otra, Cuentos de Tokio (Tokio Monogatari, 1953).

Como el propio Kurosawa, quien lo mismo hacía una obra maestra con un tema de la vida contemporánea como El perro rabioso (Nora Inur, 1949) , que con uno de la vida feudal, como Rashomón, ganadora también de un Oscar Honorario en 1951.

Pero Kurosawa también es conocido por haber introducido en occidente el Género Samurái, conocido en Japón como Chanbara, que proviene de la fusión de los vocablos chanchan (onomatopeya de dos espadas que chocan entre sí) y barabara (onomatopeya de la carne al ser cortada).

Todos recordamos su gran joya Los siete samuráis (Sichinin no samurai, 1954) que obtuvo el León de Plata en la Mostra di Venezia y dos nominaciones al Oscar. Esta fue seguida por La fortaleza escondida (Kakushi toride no san-akunin, 1958); El bravo, también conocida en español como Mercenario (Yojimbo, 1961); Sanjuro (Tsubaki Sanjuro, 1962); todas estas con su actor favorito durante este período: Toshiro Mifune, considerado por muchos como el mejor intérprete que ha dado el cine japonés.

El género tuvo también en esta época a otro gran cineasta en Masaki Kobayashi, quien dirigió películas como Harakiri (Seppuku, 1962), que recibió un Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes 1963; y Rebelión (Joi-uchi: Hairyo tsuma shimatsu, 1967), que ganó el Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FRIPRESCI) en la Mostra de Venecia de 1967.

Pero los filmes de espada al estilo japonés  tuvieron una caída a principios de la década de 1970 debido a varios factores, entre los que se mencionan la crisis general en el cine de este país asiático, el envejecimiento de las grandes estrellas del género y la sobrexposición de este tipo de películas en la televisión. 

Sin embargo, genios como Kurowawa tuvieron chispazos aislados con obras maestras tardías como Kagemusha, la sombra del guerrero (Kagemusha, 1980), nominada en 1981 a los Oscar de Mejor Dirección Artística y Mejor Película Extranjera; y Caos (Ran, 1985), que ganó en el mismo año de su debut el Oscar al Mejor Diseño de Vestuario. Estas dos están interpretadas por otro de los grandes actores japoneses: Tatsuya Nakadai.

Y también hay que mencionar a El ocaso del samurái (Tasogare Seibei, 2002), dirigida por Yoji Yamada y candidata en el 2004 al Oscar a la Mejor Película Extranjera; y Zatoichi (2003), dirigida por Takeshi Kitano y que revive las aventuras del masajista ciego de este nombre, del cual se hicieron 26 películas entre 1962 y 1989, todas protagonizadas por el inolvidable Shintaru Katsu.

Sin embargo, no ha sido sino hasta recientemente que surgió un director como Takashi Miike, quien ha logrado revivir el género con sus películas: 13 asesinos (Jusannin no Shikaku, 2010) y Harakiri: muerte de un samurai (Ichimei’, 2011), que impresionó en Festival de Cannes del 2011.

Los amantes del Género Samurái se llenaron de deleite en el 2010 con la aparición de la película 13 Asesinos (Jusannin no Shibaku) y su ininterrumpida escena de combate de 50 minutos.

Y esta satisfacción creció cuando el mismo director, Takashi Miike, presentó al año siguiente la cinta Hara-Kiri: muerte de un samurái (Ichimei), que causó sensación en el Festival de Cannes del 2011.

Hay que mencionar que en ambos casos los productores de los filmes eran dos profesionales muy exitosos en su oficio. Por una parte, el inglés Jeremy Thomas, famoso por introducir títulos asiáticos en el mercado internacional, como El último emperador (The Last Emperor, 1987), de Bernardo Bertolucci.

Y por la otra, el japonés Toshiaki Nakazawa, quien produjo la obra maestra Despedidas, también conocida en español como Violines en el cielo (Okuribito, 2008), dirigida por Yojiro Rakita y ganadora ese mismo año del Oscar a la Mejor Película en Idioma Extranjero.

Por su parte, antes de ocuparse del Género Samurái en el cine, Miike dirigió en el 2008 una obra de teatro llamada Zatoichi, sobre el famoso masajista ciego quien, a pesar de no poder ver, es súper hábil con su katana (como dicen los japoneses al tipo de espada que usan).

OJO, SI NO DESEA CONOCER EL ARGUMENTO, NO SIGA

De las dos películas de Miike en el género, nos limitaremos a 13 Asesinos, un remake de una cinta en blanco y negro de 1963 del director Eiichi Kudo, que tenía exactamente el mismo nombre.

En la cinta de Miike, la trama ocurre en el Japón de 1844, en el que el sádico Señor Narigatsu (interpretado por el astro del pop japonés Goro Inagaki) mata y viola a su antojo. Para mayor preocupación, Narigatsu va a ser el próximo shogún (los dictadores militares que gobernaron de facto a Japón entre 1192 y 1867). Por ello, se encomienda al ex samurái Shizaenmon (Koji Yakusho) dar muerte a Narigatsu.

Shizaenmon reúne a otros 11, a los que se añade de forma fortuita el cazador Koyata  (Yusuke Iseya). Mientras se dirigen al lugar en que emboscarán a Narigatsu, el cazador no pierde la ocasión de decir: “Malditos samuráis. Ustedes con su honor y sus causas”. Después de la batalla de 50 minutos, en que mueren 12 de los 13 llamados “asesinos”, así como Narigatsu y todos los 200 guardias que lo protegían, sólo queda vivo Shinorokuro, (Takayuki Yamada).

¿Pero es así? Para sorpresa general aparece Koyata, a pesar de que todos lo vieron morir poco antes. Hay que tener en cuenta que es una tradición muy japonesa el que los espíritus de los muertos intervengan en las vidas de los vivos. (Ver por ejemplo Kwaidan [Kaidan, 1964]), dirigida por Masaki Kobayashi).

Koyata le dice a Shinkokuro que no quiere ser un samurái y que regresará a las montañas a buscar a su amada Upashi. Al irse el cazador, se ve a continuación como Shinkokuro arrastra su espada tras de él mientras sale del lugar de la batalla y surge una sonrisa en su rostro.

Esta sonrisa ha dado lugar a toda una serie de interpretaciones. Para mí es un mensaje de esperanza en que a pesar de toda la carnicería que ha ocurrido, Koyata le ha mostrado que hay una vida que vale la pena vivir.

Hara-Kiri: muerte de un samurái (Ichimei, 2011), fue la cinta que el director japonés Takashi Miike presentó en el Festival de Cannes del mismo año.

Al igual que 13 Asesinos (Jusannin no Shibaku, 2010), su filme anterior del Género Samurái, Hara-Kiri, muerte de un samurái es también un remake de una película anterior, sólo que en este caso lo es de la obra maestra Harakiki (Seppuku, 1962), del director Masaki Kobayahi.

Kobayashi no sólo ganó la Palma de Oro en el Festival Cinematográfico de Cannes de 1963 con esa cinta, sino que en 1965 obtuvo con Kwaidan (Kaidan, 1964), un Premio Especial de la Crítica de esta misma cita en la Riviera Francesa, así como una nominación al Oscar a la Mejor Película en Habla No Inglesa.

Además, Harakiri es una de esas raras películas que cuenta con el 100 por ciento de aprobación en la parte de los críticos (Tomatometer) del sitio web Rotten Tomatoes. Esto se completa con el alto 96 por ciento de satisfacción en la parte del público (Audience).

Decimos todo esto para explicar en que camisa de once varas se estaba metiendo Miike al hacer una nueva versión de una cinta que muchos consideraban casi perfecta.

Debemos comenzar por decir que ambos casos el filme cuenta la historia de un ronin (cuya traducción literal es un “hombre ola”; o quizás mejor, “un hombre errante como una ola en el mar”), un samurái que no tenía señor debido a la caída de éste o a que había perdido su favor. Este ronin acude a la casa de un poderoso clan y pide permiso para hacerse en la misma un hara-kiri, o suicidio ritual con la espada, lo que se le concede.

Sin embargo, aparte del hecho de que la primera película era en blanco y negro, y la de Miike es en color y tercera dimensión, ambas tienen otras varias diferencias.

Primero que todo, la traducción del título de la película de Miike (Ichimei) es en realidad Una vida, y no el que se ha usado internacionalmente (Hara-Kiri: muerte de un samurái), quizás con intenciones comerciales. Esto quizás nos sugiere que Miike buscaba hacer una cinta más humana.

Segundo, aparte de varias diferencias, tanto de argumento como de cinematografía, en la cinta de Miike el uso de los flashbacks nos cuenta una historia más amplia para explicar las razones del ronin, por lo que vuelve a surgir la idea de que quizás se busca narrar una historia más humana. La de Kobayashi nos parece más vengativa.

Nuestra conclusión, creemos que Miike hizo una obra de gran valor, pero no logró superar a su modelo.

Primero, Harakiri cuenta con una actuación estelar de Tatsuya Nakadai, y segundo, la cinematografía en blanco y negro puede a veces ir mejor con un tema, como mostró recientemente la película ganadora del Oscar, la francesa El artista (The Artist, 2011) de Michel Hazanavicius.

También Rotten Tomatoes favorece a la original, pues en la parte de los críticos, Hara-Kiri: muerte de un samurái consiguió un 78 por ciento de aprobación, mientras que en la de la Audiencia llegó a un 65 por ciento.

 

Wednesday, October 2, 2013

Fábula de la tortuga


 

 


 


La Carrera

Después de 10 800 días de correr sin descanso, la tortuga llegó a una pequeña elevación en la carretera desde donde podía ver el enorme Augusto Coliseo con sus centenares de arcos. Detrás de aquellos arcos estaría el estrado todo cubierto de flores y ramos de olivos, estrado de mármol que era la meta de todos esos largos días de correr sin desmayo ni dolores. Por un momento la tortuga dejó de arrastrase y empezó a imaginar la muchedumbre que estaría esperando la llegada del vencedor. Allí estaría su amiga la zorra, el hermoso ciervo con sus ojos almendrados y los sabios cuervos esperando devorar al perdedor con la furia acostumbrada.

 

El Adversario

La imagen de la liebre despedazada hizo que la tortuga saliera de sus pensamientos y volviera a la realidad de moverse poco a poco hasta la victoria que la esperaba dentro del Coliseo. Tantos años de correr habían hecho que sus uñas desaparecieran y su caminar dependiera de los callos que ahora cubrían los huesos de sus patas.

 

Las Razones

¿Por qué estaba ella compitiendo con la liebre? Apenas podía recordar el por qué o

cuándo la competencia había empezado. Sabía que era una tradición familiar que las tortugas compitieran con las liebres y que, hasta donde ella podía recordar, las tortugas siempre habían humillado a las liebres.

 

Las Calamidades

Como estaba casi ciega, la tortuga apenas podía ver que el arco de la entrada estaba en ruinas y cubierto de hiedras. Como estaba casi sorda, la tortuga pensó que el profundo silencio que cubría el Coliseo era por su falta de sentido y no por la ausencia de la muchedumbre en las gradas.

Como ya no olía las mañanas, el excremento de los insectos o el sudor de los mamíferos, la tortuga culpó la gripe que la atacaba desde el último invierno por la falta de flores en su olfato.

 

La Victoria

A pesar de todas sus calamidades, los pensamientos de la victoria ocupaban su mente:

Una corona de olivo,

Un apasionado beso del ciervo,

Un ramo de las más bellas flores

Y una pierna de la liebre cocinada con la maestría

que solo la matriarca de los cuervos poseía.

 

El Coliseo

Dentro del Coliseo la tortuga sintió que el camino hacia el estrado había cambiado; las piedras y la arena habían sido sustituidas por la malas yerbas y los hormigueros. El trono de mármol, aunque cubierto de líquenes, todavía era reconocible y radiante en medio de las ruinas del estrado.

 

El Trono

Una explosión de energía que venía desde lo más profundo de su cuerpo, hizo que la tortuga comenzara avanzar hacia el trono; pero la visión de la liebre sobre la yerba la paralizó por completo. Una docena de pasos separaba el cuerpo de la liebre del trono; como un pescado seco al sol, con los pelos sucios y grises, las cuencas de los ojos vacías y el cuero de las piernas duro. La poca carne que quedaba en la liebre estaba tan corrupta que no despertó ningún apetito en la tortuga.

 

Los Sueños

Sobre los restos de la liebre flotaban una multitud de pequeñas nubes de diferentes

colores que eran los sueños, las memorias, los temores y las esperanzas de la liebre:

Un campo de vegetales frescos como una propaganda de mercado,

El rostro adorado de la reina madre,

El recuerdo azul de su bella pareja

Que descansaba sobre la naranja nube

De los dientes de la zorra,

Una pesadilla verde,

La sagrada pata de la suerte en violeta,

Doce sudores grises

Y la muerte siempre blanca y negra.

 

El Robo

La tortuga se acercó al cuerpo de la liebre con la intención de tomar para sí misma las pequeñas nubes de tantos colores. Algunas nubes escapaban al cielo donde eran víctimas del sol; otras iban poco a poco desapareciendo mientras que la mayoría explotaban como las burbujas del mar.

 

El Final

El pensamiento de la labor de los cuervos en los cuerpos vivos, hizo que la tortuga tratara de saltar como una liebre asustada y abandonara sus intenciones de tomar las pequeñas nubes. Un punzante dolor se apodero del corazón de la tortuga y su carapacho cayó como un árbol seco. La tortuga sintió que la muerte invadía su cuerpo mientras sus ojos se cerraban mirando los colores de las pequeñas nubes y el trono de la victoria.

 

MORALEJA

La tortuga corre y patalea en un mar de dolor,

Mientras la liebre consume sus patas

Entre nubes y sueños.